jueves, 15 de abril de 2010

Los tres superhéroes de Chernóbyl

Puede que salvaran a millones de personas sacrificando sus vidas, y ya nadie se acuerda.

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elblogdeuncanario.blogspot.com Es una de las historias más conocidas de nuestro tiempo: el día 26 de abril de 1986, el reactor nº 4 de la central nuclear de Chernóbyl estalló durante el transcurso de una prueba de seguridad mal ejecutada, a consecuencia de 24 horas de manipulaciones insensatas y más de doscientas violaciones del Reglamento de Seguridad Nuclear de la Unión Soviética. Estas acciones condujeron al envenenamiento por xenón del núcleo, llevándolo a un embalamiento neutrónico seguido por una excursión de energía que culminó en una gran explosión a las 01:24 de la madrugada.

Sobre Chernóbyl se han contado muchas mentiras. Y las han contado todos, desde las autoridades soviéticas de su tiempo hasta la industria nuclear occidental, pasando por los propagandistas de todos los signos y la colección de conspiranoicos habituales. Hay una de ellas que me molesta de modo particular, y es esa de que los liquidadores –el casi millón de personas que acudieron a encargarse del problema– eran una horda de pobres ignorantes llevados allí sin saber la clase de monstruo que tenían delante. Y me molesta porque constituye un desprecio a su heroísmo.

Y porque es radicalmente falso. Una turba ignorante no sirve para nada en un accidente tecnológico tan complejo. Los equipos de liquidadores estaban compuestos, sobre todo, por bomberos, científicos y especialistas de la industria nuclear; tropas terrestres y aéreas preparadas para la guerra atómica; e ingenieros de minas, geólogos y mineros del uranio, debido a su amplia experiencia en  la manipulación de estas sustancias. Es necio suponer que esta clase de personas ignoraban los peligros de un reactor nuclear destripado cuyos contenidos ves brillar ante tus ojos en un enorme agujero.

Los liquidadores acudieron, sabían lo que tenían ante sí, y a pesar de ello realizaron su trabajo con enorme valor y responsabilidad. Cientos, miles de ellos, de manera heroica hasta el escalofrío. Los bomberos que se turnaban entre vómitos y diarreas radiológicas para subir al mítico tejado de Chernóbyl, donde había más de 40.000 roentgens/hora, para apagar desde allí los incendios (la radiación ambiental normal son unos 20 microrroentgens/hora). Los pilotos que detenían sus helicópteros justo encima del reactor abierto y refulgente para vaciar sobre él los buckets de arena y arcilla con plomo y boro. Los técnicos y soldados que corrían a toda velocidad por las galerías devastadas cantándose a gritos las lecturas de los contadores Geiger y los cronómetros para romper paredes, restablecer conexiones y bloquear canalizaciones en turnos de cuarenta o sesenta segundos alrededor de la sala de turbinas (20.000 roentgens/hora). Los mineros e ingenieros que trabajaban en túneles subterráneos, inundándose constantemente con agua de siniestro brillo azul, para instalar las tuberías de un cambiador de calor que le robase algo de temperatura al núcleo fundido y radiante a escasos metros de distancia. Los miles de trabajadores y arquitectos que levantaban el sarcófago a su alrededor, retiraban del entorno los escombros furiosamente radioactivos y evacuaban a la población. Salvo a los soldados, sometidos a disciplina militar, a nadie se le prohibía coger el petate e irse si no quería seguir allí; casi nadie lo hizo. Es más: muchos de ellos llegaron como voluntarios desde toda la URSS, especialmente muchos estudiantes y posgraduados de las facultades de física e ingeniería nuclear. Esta fue la clase de hombres y no pocas mujeres que algunos creen o quieren creer una turba ignorante y patética. Esto fueron los liquidadores.

Un helicóptero Mi-8 toca los cables de una grúa utilizada en la construcción del sarcófago y cae mientras intenta descargar arena con boro sobre el reactor abierto, el 2 de octubre. Las operaciones de liquidación se extendieron durante más de un año.

Les llamaban, y se llamaban a sí mismos, los bio-robots, queelblogdeuncanario.blogspot.com seguían funcionando cuando el acero cedía y las máquinas fallaban. No lo hicieron por el dinero, ni por la fama, de lo que tuvieron bien poco. Lo hicieron por responsabilidad, por humanidad y porque alguien tenía que hacer el maldito trabajo. Hoy quiero hablar de tres de ellos, que hicieron algo aún más extraordinario en un lugar donde el heroísmo era cosa corriente. Por eso, sólo se me ocurre denominarlos los tres superhéroes de Chernóbyl.

El monstruo del agua que brilla en azul.

Lo único que hay de cierto en estas suposiciones sobre la ignorancia de los liquidadores es que, en las primeras horas, no sabían que había estallado el reactor. Pero no lo sabían porque nadie lo sabía. La misma lógica errónea de los responsables de la instalación que provocó el accidente les hizo creer que había estallado el intercambiador de calor, no el reactor; y así lo informaron tanto al personal que acudía como a sus superiores. Hay una historia un tanto chusca sobre cómo los aviones que llevaban al lugar a destacados miembros de la Academia de Ciencias de la URSS se dieron la vuelta en el aire por órdenes del KGB cuando éste descubrió, a través de su equipo de protección de la central, que había explotado el reactor (además de sus atribuciones de espionaje por el que es tan conocido, el KGB "uniformado" desempeñaba en la Unión Soviética un papel muy parecido al de nuestra Guardia Civil, exceptuando tráfico pero incluyendo la seguridad de las instalaciones radiológicas).

En la mañana inmediatamente posterior al accidente, un helicóptero militar obtiene las primeras tomas de video donde se observa el reactor abierto y fundiéndose.

elblogdeuncanario.blogspot.com Debido a este motivo, en un primer momento se echaron sobre el agujero millones de litros de agua y nitrógeno líquido, con el propósito de mantener frío y proteger así el reactor que creían a salvo y sellado más allá de las llamas y el denso humo negro. Esto contribuyó a empeorar las consecuencias del siniestro, pues el agua se vaporizaba instantáneamente al tocar el núcleo fundido a más de 2.000 ºC; y salía disparada hacia la estratosfera en forma de grandes nubes de vapor que el viento arrastraría en todas direcciones.

De todos modos, tenía poco arreglo: era preciso apagar los enormes incendios. Cuando el fuego quedó extinguido por fin, no sólo había pasado la contaminación al aire, sino que ahora tenían una gran cantidad de agua acumulada en las piscinas de seguridad bajo el reactor. Estas piscinas de seguridad, conocidas como piscinas de burbujas, se hallaban en dos niveles inferiores y tenían por función contener agua por si fuese preciso enfriar de emergencia el reactor. También servían para condensar vapor y reducir la presión en caso de que se rompiera alguna tubería del circuito primario (de ahí su nombre), junto a un tercer nivel que actuaba de conducción, inmediatamente debajo del reactor. Así, en caso de ruptura de alguna canalización, el vapor se vería obligado a circular por este nivel de conducción y escapar a través de una capa de agua, lo que reduciría su peligrosidad.

Ahora, después de la aniquilación, estas piscinas inferiores estaban llenas a rebosar con agua procedente de las tuberías reventadas del circuito primario y de la utilizada elblogdeuncanario.blogspot.compor los bomberos para apagar el incendio y en el vano intento de mantener frío el reactor. Y sobre ellas se encontraba el reactor abierto, fundiéndose lentamente en forma de lava de corio a 1.660 ºC. En cualquier momento podían empezar a caer grandes goterones de esta lava poderosamente radioactiva, o incluso el conjunto completo, provocando así una o varias explosiones de vapor que proyectasen a la atmósfera cientos de toneladas de este corio. Eso habría multiplicado a gran escala la contaminación provocada por el accidente, destruyendo el lugar y afectando gravemente a toda Europa. Además, la mezcla de agua y corio radioactivos escaparían y se infiltrarían al subsuelo, contaminando las aguas subterráneas y poniendo en grave peligro el suministro a la cercana ciudad de Kiev, con dos millones y medio de habitantes, en una especie de síndrome de China.

Se tomó, pues, la decisión de vaciar estas piscinas de manera controlada. En condiciones normales, esto habría sido una tarea fácil: bastaba con abrir sus esclusas mediante una sencilla orden al ordenador SKALA que gestionaba la central, y el agua fluiría con seguridad a un reservorio exterior. Pero con los sistemas de control electrónico destruidos, esto no resultaba posible. De hecho, la única manera de hacerlo ahora era actuando manualmente las válvulas. El problema es que las válvulas estaban bajo el agua, dentro de la piscina, cerca del fondo lleno de escombros altamente radioactivos que la hacían brillar tenuemente en color azul por radiación de Cherenkov. Justo debajo del reactor que se fundía, emitiendo un siniestro brillo rojizo.

elblogdeuncanario.blogspot.com Así pues, como las máquinas ya no podían, era trabajo para los bio-robots.Alguien tendría que caminar, un paso detrás del otro, hacia el reactor reventado y ardiente a lo largo de un grisáceo campo de destrucción donde la radioactividad era tan intensa que provocaba un sabor metálico en la boca, confusión en la cabeza y como agujas en la piel. Viendo cómo tus manos se broncean por segundos, como después de semanas bajo el sol. Y luego sumergirse en el agua oleaginosa y de brillo tenuemente azul, con el inestable monstruo radioactivo encima de las cabezas, para abrir las válvulas a mano: una operación difícil y peligrosa incluso en circunstancias normales.

Ese era un viaje sólo de ida.

Al parecer, la decisión sobre quién lo haría se tomó de manera muy simple; con aquella vieja frase que, a lo largo de la historia de la humanidad, siempre bastó a los héroes:

–Yo iré.

Los tres hombres que fueron.

Los dos primeros en ofrecerse voluntarios fueron Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov. Alexei Ananenko era un prestigioso tecnólogo de la industria nuclear soviética, que había participado extensivamente en el desarrollo y construcción del complejo electronuclear de Chernóbyl: cooperó en el diseño de las esclusas y sabía dónde estaban ubicadas exactamente las válvulas. Casado, tenía un hijo. Valeriy Bezpalov era uno de los ingenieros que trabajaban en la central, ocupando un puesto de responsabilidad en el departamento de explotación. Estaba también casado, con una niña y dos niños de corta edad.

Los dos eran ingenieros nucleares. Los dos comprendían más allá de toda duda que se disponían a caminar de cara hacia la muerte.

Mientras se ponían sus trajes de submarinismo sentados en un banco, observaron que necesitarían un ayudante para sujetarles la lámpara subacuática desde el borde de la piscina mientras ellos trabajaban en las profundidades. Y miraron a los ojos a los hombres que tenían alrededor. Entonces uno de ellos, un joven trabajador de la central sin familia llamado Boris Baranov, se alzó de hombros y dijo aquella otra frase que casi siempre ha seguido a la anterior:

–Yo iré con vosotros.

elblogdeuncanario.blogspot.com Era media mañana cuando los héroes Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov se tomaron un chupito de vodka para darse valor, agarraron las cajas de herramientas y echaron a andar hacia la lava radioactiva en que se había convertido el reactor número 4 del complejo electronuclear de Chernóbyl. Así, sin más.

Ante los ojos encogidos de quienes quedaron atrás, los tres camaradas caminaron los mil doscientos metros que había hasta el nivel –0,5, dicen que conversando apaciblemente entre sí. Qué tal, cuánto tiempo sin verte, qué tal tus hijos, a ti no te conocía, chaval, yo es que no soy de por aquí. O parece que hoy vamos a trabajar un poco juntos, igual podemos acceder mejor por ahí, yo voy a la válvula de la derecha y tú a la de la izquierda, tú ilumínanos desde allá, parece que va a llover, ¿no?, E incluso está bien buena la secretaria del ingeniero Kornilov, ¿eh?, ya lo creo, menudo meneo le arrearía, pues me parece que este año el Dinamo de Moscú no gana la liga. Esas cosas de las que hablan los bio-robots mientras ven cómo su piel se oscurece lentamente, se les va un poquito la cabeza debido a la ionización de las neuronas y la boca les sabe a uranio cada vez más, conteniendo la náusea, sacudiéndose incómodamente porque es como si un millón de duendes maléficos te estuvieran clavando agujas en la piel. Cinco mil roentgens/hora, llaman a eso.

Y bajo aquel cielo gris y los restos fulgurantes de un reactor nuclear, los héroes Alexei Ananenko y Valeriy Bezpalov se sumergieron en la piscina de burbujas del nivel –0,5, con una radioactividad tan sólida que se podía sentir, mientras su camarada Boris Baranov les sujetaba la lámpara subacuática. Ésta estaba dañada y falló poco después. Desde el exterior, ya nadie les oía ni les veía.

Pero, de pronto, las esclusas comenzaron a abrirse, y un millón de metros cúbicos de agua radioactiva escaparon en dirección al reservorio seguro preparado a tal efecto. Lo habían logrado. Alguien murmuró que los héroes Ananenko, Bezpalov y Baranov acababan de salvar a Europa. Resulta difícil determinar hasta qué punto tenía razón.

elblogdeuncanario.blogspot.com Hay versiones contradictorias sobre lo que sucedió después. La más tradicional dice que jamás regresaron, y siguen sepultados allí. La más probable asegura que llegaron a salir de la piscina y celebrar su victoria riendo y abrazándose a los mismísimos pies del monstruo, en el borde de la piscina; e incluso lograron regresar sus cuerpos, aunque no sus vidas. Murieron poco después, de síndrome radioactivo extremo, en hospitales de Kiev y Moscú. Aún otra más, que se me antoja casi imposible, sugiere que Ananenko y Bezpalov perecieron, pero el joven trabajador Baranov pudo sobrevivir y anda o anduvo un tiempo por ahí.

Esta es la historia de Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov, los tres superhéroes de Chernóbyl, de quienes se dice que salvaron a Europa o al menos a algún que otro millón de personas en miles de kilómetros a la redonda un frío día de abril. Fueron a la muerte conscientemente, deliberadamente, por responsabilidad y humanidad y sentido del honor, para que los demás pudiésemos vivir. Cuando alguien piense que este género humano nuestro no tiene salvación, siempre puede recordar a hombres como estos y otros cientos o miles por el estilo que también estuvieron por allí. No circulan fotos de ellos, ni han hecho superproducciones de Hollywood, y hasta sus nombres son difíciles de encontrar. Pero hoy, veinticuatro años después, yo brindo en su recuerdo, me cuadro ante su memoria y les doy mil veces las gracias. Por ir.

El Sacrificio, de Wladimir Tcherkoff.

Lectura recomendada:

  • La verdad sobre Chernóbyl, con prólogo de Andrei Sakharov (1991), escrito por el ingeniero nuclear Grigory Medvédev, un profundo conocedor de este complejo electronuclear y de la política energética soviética. Incluye un relato exhaustivo del accidente y haciendo honor a su título, es el que menos mentiras cuenta según mi opinión. Seguramente por ese mismo motivo, es el más difícil de conseguir. En España lo editó Heptada con el ISBN 84-7892-049-8; está agotado, pero siempre se puede intentar una llamada. En inglés fue editado con el ISBN 1-85043-331-3 (Tauris & Co, Londres) y está disponible aquí.

De visualización necesaria:

  • El corazón de Chernóbyl. Seguramente, el mejor documental que se ha filmado sobre las consecuencias humanas del desastre. Desde dentro; tan dentro que la directora de la ONG que lo presenta sufrió envenenamiento por cesio-137 durante la realización. Durísimo, pero absolutamente necesario. En inglés, disponible en YouTube: Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4. Si te apetece colaborar con esta ONG, puedes hacerlo aquí.
  • La noche del fin del mundo. Documental echo por el equipo de Iker Jiménez, muy bueno y recomendado. Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6, Parte 7, Parte 8, Parte 9, Parte 10, Parte 11, Parte 12

Nunca una tecnología tan avanzada fue tan destructiva para el planeta entero.

La única boda de Auschwitz y la ultima ejecución pública

elblogdeuncanario.blogspot.com En Auschwitz, en el marco de horror que le hizo ser el emblema del horror nazi, también se dieron algunos paréntesis de alegría y pequeñas victorias de los presos. Uno de estos momentos fue la única boda que se dio dentro del campo, la del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer.

Margarita Ferrer, madrileña, había luchado en la Guerra Civil con 20 años, y durante la lucha se enamoró de una miembro de las Brigadas Internacionales, Rudolf Friemel.

En 1.939, junto con el resto de republicanos, ambos huyeron a Francia, al exilio,  se separaron y reencontraron en varias ocasiones, en diferentes campos de refugiados, y en 1.941 tuvieron un hijo. En julio de ese mismo año, cuando intentaban huír a Viena a casa de los padres de Friemel, fueron detenidos en la estación de Vierzon, junto a su bebé.

Rudolf fue enviado a Auschwitz I, donde trabajó como mecánico en el garaje de la SS, y Margarita fue enviada a un campo de trabajos forzados en la Selva Negra, hasta que encontró refugio en casa de los Friemel.

Estando en Viena, Margarita supo que Rudolf había conseguido un puesto de dirigente en la rudimentaria resistencia de Auschwitz y que había pedido permiso a las SS para casarse con ella, para que el niño pudiera llevar su apellido, y para asombro de todos, el 6 de marzo del 44, un año después, Margarita recibió un telegrama requiriéndole para que se dirigiera a Auschwitz con el padre y el hermano de Rudolf en calidad de testigos, a casarse. Puede que fuera un momento de debilidad y humanidad o un acto de cruel cinismo por parte del régimen nazi...

El 18 de marzo de 1.944 por la mañana, llegaron a Auschwitz con la novia vestida con un vestido negro y una camisa blanca prestada, y llevando consigo a su hijo Edouard, que por entonces tenía ya tres años. A Rudolf le dejaron un traje.

La ceremonia se celebró, a las 11 de la mañana, en una gran oficina vacía del Registro, en la que normalmente se preparan los certificados de muerte de los presos, con archivadores que tapaban el muro, una mesa grande en el centro, y tres filas de bancos enfrente. Un grupo de SS se colocó a los lados y la espalda del grupo nupcial, y un oficial SS leyó los ritos matrimoniales, que Rudolf le traducía a Margarita al español. Rudolf sacó dos anillos, firmaron, y terminó la ceremonia.

Un preso que trabajaba en el Erkennungdienst, Wilhelm Brasse, pudo tomar fotografías, autorizadas, que se conservaron junto con las tarjetas de invitación que los compañeros de Rudolf diseñaron y dibujaron en cartulinas gruesas, autorizados también.

Margarita y Rudolf pudieron andar con libertad por el campo, vacío, escoltados por la orquesta que tocaba la marcha nupcial, y en ese momento, según recordaba Margarita, vieron un destello el uno en los ojos del otro de triunfo sobre la muerte.

Esa tarde Rudolf pudo jugar con su hijo, y después la pareja habló largo y tendido, momento en el que Rudolf le mencionó a Margarita la cámara de gas y los miles de personas que moría allí cada día.

elblogdeuncanario.blogspot.comAl acabar el día, la pareja pudo pasar un tiempo en una de las piezas del barracón 24, el que se utilizaba como prostíbulo, y se dispusieron dos habitaciones, una para la pareja y su hijo, y otra para el padre y el hermano de Rudolf.

Los presos habían recibido el encargo de prepararle el desayuno a la pareja de novios, y al amanecer llegó el momento de separarse. Rudolf pensaba que no se volverían a ver, pero prometió luchar hasta el final. Se besaron en la puerta, y Rudolf se dio la vuelta con los hombros hundidos sin mirar atrás.

Nueve meses después, en diciembre, Rudolf y otros cuatro presos que habían intentado fugarse fueron capturados, y ahorcados con la ceremonia habitual, y ésta, fue la última ejecución pública de Auschwitz, liberado el 18 de enero.

Tras la muerte de Franco, Margarita volvió a España, pero solo de visita pues su hogar ya estaba en Francia y se había vuelto a casar con Francisco Suárez en 1.956, un refugiado como ella, y superviviente de Mauthausen.

Margarita murió en París la Nochebuena de 1.987.

Fue el único caso en el que se permitió casarse a un preso en un campo.

La foto de familia la tomó Wilhelm Brasse en el estudio fotográfico de Auschwitz, y es propiedad del Auschwitz Memorial.

Erich Hackl se basa en esta historia en su libro: Boda En Auschwitz.

En una nota de despedida a Margarita, Rudolf escribió: "Esperaba volver a veros a ti y a mi querido hijito, pero no podía abandonar la lucha. Me era imposible. Y ha llegado mi hora. No me siento triste, y tú tampoco debes estarlo, mi dulce mujercita. Cuando acabe la guerra volverás a España. Cuida de nuestro hijo. Haz de él un hombre y un luchador. Y mira al futuro para poder olvidar estos tiempos desdichados. Mis últimos pensamientos serán para ti".

Edouard Friemel llegó a ser profesor de psicología en la Universidad de París VIII.

Fuentes: Españoles en el holocausto; David W. Pike, Auschwitz Memorial

"Jamás en el ámbito de los conflictos humanos, tantos han debido tanto a tan pocos." - Winston Churchill

" Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe temerse." - Marco Tulio Cicerón


Fuente: holocaustoenespanol

domingo, 11 de abril de 2010

Una bajada en mountain bike

Una bajada en mountain bike, por los Alpes franceses... IMPRESIONANTE!!!

Entrada enviada por Albert, muchas gracias.

El cuento de la hormiga española

VERSIÓN CLÁSICA
La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.

Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.
La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano haciendo turismo, bailando y de juerga.

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.

La cigarra tiritando y sin comida, muere de frío.

FIN

VERSIÓN ESPAÑOLA
La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.

Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.

La cigarra piensa que la hormiga es tonta,y se pasa el verano haciendo turismo, bailando y de juerga.

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.

Un día, tiritando a la salida de un bar de copas, la cigarra organiza con la Sexta una rueda de prensa en la que se pregunta ¿por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida cuando quiere, cuando ella, tienen frío y hambre?

La Cuatro, las cadenas de TV estatales y la cadena SER, organizan un programa en vivo, en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades, y a la vez muestran extractos del video de la hormiga calentita en su casa y con comida en la mesa.

Los españoles se sorprenden de que en un país tan moderno como el suyo, dejen sufrir a la pobre cigarra, mientras que otros viven holgadamente. Las asociaciones contra la pobreza se manifiestan delante de la casa de la hormiga. TV1 transmite en directo la protesta.

Los periodistas de El País y El Periódico, escriben una serie de artículos, en los que cuestionan cómo la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra, e instan al Gobierno de Zapatero a que en solidaridad, le aumente los impuestos de la hormiga.

María Teresa Fernández de la Vega, muy implicada con los animales, hace una rueda de prensa desde su casa, en el mismo Zoo de la Casa de Campo.

Respondiendo a las encuestas de opinión, el Gobierno de Zapatero elabora una ley sobre la igualdad económica, en la que califica a la hormiga como una rémora del franquismo, y promueve en el Congreso, una ley anti discriminación, con carácter retroactivo contra las hormigas.

Ian Gibson publica su libro: "Las hormigas y el franquismo", que el Gobierno incluye en la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Los impuestos de la hormiga han sido aumentados, y además le llega una multa porque no contrató a la cigarra como ayudante en verano, y eso además se tipifica como que "produjo a la cigarra un maltrato psicológico".

Garzón embarga la casa de la hormiga, ya que ésta no tiene suficiente dinero para pagar la multa y los impuestos.

La hormiga se va de España.

Está Pasando, de Tele 5, hace un reportaje donde sale la cigarra con sobrepeso, porque ya se ha comido casi todo lo que había en la casa de la hormiga, mucho antes de que llegue la época...

La antigua casa de la hormiga se ha convertido ahora en un albergue social para cigarras, pero la casa se deteriora rápidamente, porque nadie hace nada para mantenerla en buen estado.

Al Gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios, por lo que Rubalcaba y Garzón, ponen en marcha una comisión de investigación que costará 10 millones de Euros.

Zerolo, los maricones y las bolleras, se manifiestan por Chueca en solidaridad con las cigarras homosexuales, lesbianas y transexuales.

Entretanto la cigarra muere de una sobredosis de Cocaína.

La Cope y Telemadrid comentan el fracaso del Gobierno para intentar corregir el problema de las desigualdades sociales.

La cadena SER, EL PAIS, Iñaki Gabilondo y la tribu catalana del PSOE, (Carles Francino, Angels Barceló y Gemma Nierga), dicen que la culpa de todo es de Aznar, Irak, Franco y la Falange…

La antigua casa de la hormiga, ha sido ya ocupada por una banda de arañas marroquíes inmigrantes, y el Gobierno de Zapatero se felicita en la TV, por la "pluralidad cultural de España, ejemplo del éxito de la Alianza de Civilizaciones".

Y colorín colorado, otra vez nos la han colado.

FIN

Supervivencia

Se encuentran una monja y un cura cruzando el desierto del Sahara en un camello.

Al tercer día, una tormenta de arena los atrapa y buscan refugio.
Cuando la tormenta termina, se dan cuenta que el camello ha muerto.

El cura dice:
-Hermana esto se ve muy mal, difícilmente sobreviviremos dos días aquí y el campamento mas cercano se encuentra, mínimo a una semana de camino.
Así que ahora que sabemos que no sobreviviremos quiero pedirle un favor:
Nunca he visto los senos de una mujer. ¿Podría ver los suyos?.

La monja, un poco sorprendida, responde:
-'En las circunstancias en que nos encontramos no veo problema'.
Y se los muestra al cura.

Este prosigue:
-'Hermana, ¿le importa si los toco?'...
La monja no pone objeción.

Ésta, después de unos minutos, pregunta:
-'Padre ¿puedo pedirle yo ahora un favor? Nunca he visto el pene de un hombre. ¿Me dejaría ver el suyo?'

El cura responde:
-'En las circunstancias en las que nos encontramos, no veo el posible daño hija'... Y se lo muestra.
-¿Lo puedo tocar?
-Pues...¡tóquelo!
Después de algunos minutos de tener la atención de la monja, el cura ya no se puede contener y, acercándose a ella, le dice al oído:
-'Hermana... ¿Sabía que si lo meto en el lugar correcto puede crear vida ?
A lo que la monja responde:
-¿De verdad padre ?
-Si hermana.

¡Pues entonces métaselo en el culo al camello y salgamos de aquí!

Entrada enviada por Lucía, muchas gracias.